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miércoles, 20 de septiembre de 2023

Las postales



Hay días que es mejor no despertarse.

Debí quedarme en cama con las postales del alma, las imborrables y delicadas, las que rozan con sutileza a la felicidad.

Hay momentos en los cuales es muy difícil ser quien soy. No es que sea trágico, es solo cansado.

Hace unos días el tiempo me envió una misteriosa postal. El mensajero la colocó entre mis entrañas y la cabeza, cerca del corazón. No esperaba correspondencia estos días, pero tenía un leve presentimiento que ya era hora de recibir noticias.

La postal anuncia amores imposibles, pasiones encontradas, anhelos y una dosis de locura que, por contradictorio que parezca, también puede rozar con sutileza a la felicidad.

Presiento que estoy ante el mismo sismo sentimental, sospecho que se asoma la vieja sensación platónica, aquella añoranza de una función que está cerrada para mi cuerpo. Temo que una historia que ya viví, adaptada al presente, está por desnudarme otra vez.

Hay días que es mejor no despertarse, que sentido tiene si solo en sueños mis manos pueden tomar tu cintura, besar tu cuello, sentir tu aroma, hacerte cariños y ver de reojo como cierras tus ojos con una hermosa sonrisa. 

Ese pequeño momento de plena felicidad, sin nada más que añadirle, queda congelado en el tiempo de los sueños para siempre.

A veces es mejor quedarse en cama. 

sábado, 5 de agosto de 2023

El rastro de una vida

Con el tiempo los años se tropiezan unos con otros y en el fondo, escondidos y con todo el peso en contra, estamos intentando salir para respirar un poco. 

Hoy logré salir un rato para ver mi rastro. Y todo ha cambiado. 
 
Hace 25 años era de guerra y trajines, de miedos e inseguridades junto a una fuerza descomunal a merced de los deseos. Me brotaba la sangre guerrera y manchaba las tierras brevemente conquistadas; pero con el tiempo, la cabeza se enfrió, los conflictos mutaron y traspasaron fronteras. 
En los años viejos ya no hay genocidios, solo algunas muertes con sentido.

La década pasada temía no estar en sintonía con mi alrededor, los afanes hinchaban las venas; pero con los años le rehúyo a la moda con la inteligencia del viejo cazador que dejó de perseguir presas y, en el espeso bosque, vive alejado de quien fue.

Hace un año encontré el amor, sin embargo pasó a ser un tatuaje de la colección. Y mañana será polvo de las tempestades. Más vale un sentimiento genuino que uno impuesto para la medición de los merecimientos humanos.  

El mes pasado me sentía en la cúspide de la sabiduría al hacer mías las ideas de moda, pero cambié y con prisa he vuelto a sentarme en la mesa de la ignorancia a la espera del maestro. Me acomodo con la tranquilidad de haber finalizado las andanzas de los engañados.

Hace una semana me encantaba zambullirme en las redes mundiales esperando encontrar algo. Encontré mucha variedad con fecha de caducidad. Y cuando apagué las pantallas encontré que lo poco y único no es perecedero.

Anteayer me morí de una bronconeumonía y ayer amanecí con síntomas de cólera. Lo extraño de todo, es que no perdí fluidos y líquidos, lo que se me escapó a borbotones fue la paz.

Y hoy acabo de comenzar a leer el libro, el que por años su lectura estuvo en la sombra. Ahora se lee en las plazas del corazón porque esto de morir a ratos tiene un sabor agrio.

El ahora del hombre es una sala verde, una antesala, un espacio subjetivo en el cual se puede respirar aires de esperanza aunque sea solo por tiempos cortos, porque esto de las eternidades atragantan a cualquiera.


sábado, 29 de julio de 2023

Espejos

Un amanecer más frente al espejo. Veo mi rostro total pero en mi interior siento que me salgo del marco. Me veo y me siento enorme, grande. Una mañana con engrosamiento de absolutamente todo, también de ego.

Y el día fui yo.

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Otra alba y el mismo espejo. Alcanzo a ver cada grieta y cada herida en la piel, mis ojos son como un poderoso microscopio. Me veo muy viejo, arrugado, con bultos. Es un amanecer con el tremendo peso de los años.

Y el día fue de anhelos.

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El despertador rompe el sueño y los pasos son lamentablemente lentos. Los ojos se me ven tristes, me veo opaco, apagado y cansado. Me siento diminuto. La luz interior descubre carencias.

Y el día fue un desperdicio.     

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Sorprendo a la madrugada y el espejo refleja poder. Mis ojos brillan y esa luz contrasta con los moldes obligados. Veo la fuerza de una motivación, la libertad de una decisión y el respaldo de una disciplina.  

Y el día fue a favor.    

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Aparecen las primeras luces de la aurora y frente al espejo te veo en mi interior. Practico las mil formas de cómo te explicaría lo que siento por ti. Fantaseo el momento de expresarte mis sentimientos. Imaginarme a tu lado, compartiendo mi vida contigo, me hace sentir una mejor persona.

Y el día fue feliz.

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Y un buen día el tiempo cambia las reglas: no existe el amanecer, nada se engrosa, lo viejo es relativo, lo diminuto se esfuma y las luces de las pasiones se apagan en el vasto escenario. Te pierdo el rastro, te pierdo en un abrir y cerrar de ojos. 

Y lo que fue, no es más. 

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En el silencio total mis ojos ansiosos alcanzan a ver un cuarto lleno de cristales.

Y al pararme frente a los espejos, no se refleja nada. 

viernes, 24 de junio de 2022

En el sendero gris



Entre la lucidez y el delirio, hay una delgada línea gris, lúgubre, que nos conmueve. 

¿Nos conmueve? 

Eso creía; sin embargo, el tiempo dictamina que quizás, por castigo o alivio, es una experiencia confeccionada para esta desgastada armadura que cubre mi esencia. 

Quizás es una amorfa, grisácea, acogedora sombra que me emociona, que me abraza y a la cual entregaré, sin reparos, mi más íntimo ser. 

viernes, 13 de agosto de 2021

Un hombre roto


Es levantarse a mitad de la noche sudando y con la respiración entrecortada. Pesadillas, conexiones neuronales afectadas o malformadas, dolores crónicos del alma; las razones poco importan. 

Es caminar por el mundo con una discapacidad interna. Todo se esconde en una presentación normal, a veces extraordinaria y muy segura. Es como un líquido podrido en un envase en perfectas condiciones. 

Cuando se esconde muy bien la grieta que atraviesa el interior, que divide todo el ser. No es una división cualquiera, es una que te aparta de la multitud y sus normas. Actuar acorde pero pensar distinto; es como una eterna obra de teatro en la cual adjudican roles transitorios que pasan a ser eternos. Y eso de actuar se convierte en pesadilla. 

Es una laguna de lagrimas. Abatimientos eventuales que corrompen el alma, que borran los horizontes. 

Son una serie de sucesos extraordinariamente lúgubres y que están más allá del bien y el mal, de lo clínico, lo espiritual, lo religioso y lo esperado. Es reir mentalmente mientras se escuchan las mil historias de los pensantes, de los que creen ser especiales por gracia. Es odiar en silencio mientras los iluminados se lucen en sus visiones. El problema no son las razones que los empujan a invocar poderes, es la ridiculez cuando creen estar en un camino mucho más rentable. Los caminos son sospechosos y no son exclusividad divina.

Hay muchas soluciones para el hombre roto. Hay que vender el terreno quebrado y que alguien más lo administre. Es el trueque entre el sufrimiento por una vida eterna como pasajero, como ser el actor secundario de tu propia vida. 

Los días no hacen la diferencia. Los momentos parecen medicinas que aplacan vacíos por algunos instantes. Es vivir sin ganas. Es tener miedo a morir pero sin objetivos en esta dimensión. Es levantarse creyendo que con el pie derecho la jornada será mejor. Es invocar y creerse iluminado, pero no son más que sombras en una pared, en busca de la eterna identidad. Es una contradicción sin final. 

Entre la multitud, entre los colores y las risas, entre el llanto y los incendios, entre las calles más pobres y las más lujosas, entre la niebla y el sol que raja la espalda. En medio de todos, desapercibidos, caminan los hombres rotos... y lo hacen con la plena certeza que no encontrarán, por los siglos de los siglos, un pegamento capaz de unir los más retorcidos hilos de su ser. Ahí van los hombres rotos. 

¿Pueden reconocerlos al ver sus ojos?

domingo, 1 de marzo de 2020

El hambriento aburrido


Tengo la leve sensación que pronto terminará una etapa. El "disfrutar mientras dure" dejó de ser un cliché que uno puede ignorar; con los años, sin ánimos de ponerme negativo, se hace necesario creer que es así. Crudo para los que deseamos la eternidad de las cosas.

Un día estás a las puertas de lo tan anhelado, y un tiempo después llega la tentación de querer más, mucho más. Lo que un día te divierte, te aburre en unos años.

"Es que deberías dar gracias a Dios por lo que tienes", esa es la respuesta común que obtengo, y está bien porque es sabio; pero, mi carne es inquieta, suspicaz, hambrienta, y eso, aunque no sea sabio, es real y casi paralizante. Me senté un día completo a poner en perspectiva mi alrededor, hice una pausa en el camino. Y, al final, simplemente me aburrí.

Quizás soy un aburrido. O seré otras cosas más que por el momento no termino de comprender. Veo a quienes aman lo que hacen, o al menos eso aparentan, y me pregunto: "¿algún día dejarán de hacer eso?" quisiera tener esa actitud ante los desafíos, pero me aburro.

Sin embargo, no quiero que me malinterpreten. Yo le pongo amor a las cosas, claro que sí, el suficiente sentimiento para poder dominarlas; me encanta pasar de la necesidad de hacer, a convertirme en un experto en la materia. Cuando llego a la cima, al menos con la meta que me he trazado, entonces quiero más. Se activa mi hambre. No solo quiero comerme el mundo, quiero tragarme la eternidad hasta explotar. Soy un hambriento aburrido.

El día especial lo esperé, lo viví y en la noche me regocijé con los recuerdos; la mañana siguiente, aún me sentía feliz; pero con los días, como todo en esta existencia, la emoción pasa. Entonces todo es enviado a la caja de los recuerdos, la cual se activa cada cierto tiempo con pláticas, olores, lugares y comidas. Pero en síntesis, todo pasa. El tiempo nos arrastra irremediablemente, hasta que la certeza de la vida se acaba, con suerte, en una cama junto a los seres queridos. Los últimos días, pase lo que pase, son de revelaciones dolorosas y mucha incertidumbre. Demasiada incertidumbre para las hormigas que somos en una galaxia.

Quienes no creen en la eternidad con los dioses, se convertirían en energía que, sinceramente, no sé a dónde putas irá a parar.
Quienes creen en otras vidas, con suerte volverían a ser humanos; antes, quizás sean el árbol que talarán porque sus raíces destruyen el concreto de la calle; la vaca, que será inseminada una y otra vez hasta extraerle la última gota de leche con pus; o el perrito, al que le darán "bocado" porque es muy inquieto. O quizás serían seres felices, nunca se sabe.
Quienes no creen en nada, simplemente serían abono.
Quienes creen en el abanico de las deidades, unos estarían en paraísos con ríos de leche con miel, rodeados de princesas; otros, caminarían en calles de oro y observarían mares de cristal, estarían en la presencia del creador.
Y yo me moriré, espero, en una cama junto a mis seres queridos, esperando un juicio que me permita, en el mejor de los casos, pasar la eternidad ante la presencia de Dios. Y de ahí, no sé, porque mi mente humana no puede imaginarse cómo será el más allá.

Cualquiera que sea el destino, espero no llegarle con tanta pasión, no quiero convertirme en experto, no quiero encontrarle la gracia tan rápido, no quiero el conocimiento total. No quisiera aburrirme.

En serio, no bromeo. Aunque no sea inteligente hacerlo ahora, en el silencio de la noche, ya lo pienso: ¿y si me aburro?



domingo, 13 de octubre de 2019

Marcado


Este domingo lleva tu nombre
El cielo lo sabe y en la tierra ha quedado marcado
Este domingo tiene tu huella

No habrá fuerza que lo cambie
Ni tiempo o muerte que lo supere
De este rastro no hay escondite

Y si el viento me hablara
Y la misma existencia me advirtiera
De este día mi mano no se aparta

Pieza de historia
De sangre, lágrimas y sentimientos
De ángeles, demonios y humanos

No habrá minuto y hora que haga la diferencia
Ni amanecer de tiempo o vida que lo impida
La fecha trazada está escrita

En comunión o exilio
En casa o en intemperie
En vida o muerte

De tu domingo
Del porvenir de tu transformación
No escaparás


sábado, 25 de mayo de 2019

Anhelos

Cada cierto tiempo aparecía el anhelo en forma de suspiro. A ratos expulsaba tristeza, a veces indignación y en otras tantas era un aire de puras penas personales.

Con el pasar de las horas no pude zafarme de un mar de emociones. Ni siquiera la enorme sala,  adornada con flores y recuerdos del ser querido, logró dominar a la mente hambrienta, perspicaz, aguda y genial. No sé si soy un esclavo de mi otro yo o un fetichista de sentimientos encontrados. Después de tantos años la incógnita se mantiene.

Los duelos unen, un desceso cohesiona, la pérdida es un conductor de sentimientos muy potente, muchas veces más que la propia vida. Una muerte desnuda superstición, incredulidad, fe, amor y vacíos; saca a luz temores y florece incertidumbres. "Es una puerta" dijo el sacerdote a los dolientes. Y las puertas siempre han estado en mi vida, unas las he derribado, otras las he afianzado con cerraduras reales e imaginarias; y otras, cruelmente, se han cerrado de golpe en mis narices.
La voz exterior perdió mi atención y la interior tomó la batuta: "no quiero morir, pero aún no sé vivir. Vivo, respiro, y en ese estado se supone que aprendo, pero la ignorancia es infinita y cada década me sorprende en fuera de lugar".

Cada noche, una guerra para apaciguar pensamientos. Cada madrugada era el despertar de necesidades, como una corriente poderosa que arrastra todo a su paso. No hay paz, tampoco guerra, es una particular intranquilidad, una cosquilla incómoda entre el presente y el porvenir, el ser y el tener, el detenerse en el camino o apartarse del sendero. Con cada respiro nació una nueva disputa por el ahora y el mañana, con todas las víctimas en tiempo, estado y seres que eso pueda acarrear.

Cuando se suponía que debía unirme, divagué, dudé y me volví a interrogar. En algunos lapsos me desconecté, me perdí en ilusiones febriles. Los anhelos convertidos en suspiros a ratos expulsaron carencias y dolores; ese aire de mi interior, que tiene como motor una mente excitada, se mezcló con el inconciente respirar y con esa vida que transcurre sin que nos demos cuenta.

Al desnudo, y en plena luz de mi conciencia, apareció el hambre de trascender con el temor de que la última morada esté cerca. Los años pasan y me atrapan en fuera de lugar. Respiro por eso y por la necesidad de reinvención.

Hay que escudriñar y descubrir. Romper amarras y largarse. El tiempo es cruel y las décadas se acaban. La obra no es infinita, mi acto tiene fecha de caducidad y el dueño del teatro, con reloj en mano, me espera en la oscuridad.

¡Anhelos! ¡No desapezcan! ¡Fluyan!

Sigan ahí, no importa que sean aires tristes, de carencias o vacíos, deseos desenfrenados o pasiones. No importa nada. Sigan ahí, desde el motor de la mente hasta la exhalación, acaben con el confort y muevan este cuerpo, transfórmenlo.

Una muerte también invita a pelear. Con esa conclusión, y hasta ese momento, mi mente fijó posición y descansó en los días de luto. Entonces el escenario tuvo sentido.

Esta vieja armadura necesita endurecerse con nuevas batallas o destruirse en una de ellas.













sábado, 20 de abril de 2019

Deambulante


Hay caminos que transforman. Experimentar otros territorios, por un momento, le dan otro color a la vida, pero un viaje que no mueve cimientos internos, que no deja marcas, solo es un cambio de aires destinado al archivo de la memoria.

Mi camino ha sido distinto: me ha privado de una tierra nombrada y de una identidad cultural.
Aunque lo asimilo como una experiencia enriquecedora, hay claroscuros pintados en mi corazón.
No soy de aquí ni soy de allá, los anhelos de otros senderos se mezclan con  una necesidad de pertenencia que nunca se materializa. Me siento como un nómada en una estación más del recorrido, como un habitante del mundo, sin raíces.

Busco en canciones e historias la inspiración para lograr un pacto con mis orígenes, para fundirnos en un abrazo de aceptación, de amor. Pero mi alma, en sus años infantiles no fue entrenada en el sosiego, fue labrada en el contraste, el caos y el movimiento.

No hay fórmulas exactas para afirmarse en una tierra, a veces la magia, el compromiso, el hambre o el amor pueden ayudar. Unos le llaman suerte otros destino. Es un sorteo de la vida para los caminantes, para los eternos visitantes.

Cuando pasan los años y obligan a sentarse en la meseta, el camino le hace guiños a mi alma como viejos amantes. Se activan mis sentimientos no sé si por vacíos o por pasión, por deseos de mejora o por una obstinada obsesión. La pequeña chispa de volar crece, se hace llama e incendia todo a mi alrededor.

Soy del viento no de la tierra. Soy del camino y no las banderas. Soy un eterno deambular, en un desierto de sentimientos.

sábado, 9 de marzo de 2019

Crisol


Como un crisol guardo lo candente.
Mis entrañas son vapor. Mis ideas son pasión.
Soy un coleccionista de temperaturas. 

En el fondo, el calor aumenta.
Hierven las emociones.
Una ebullición revoluciona, pero una explosión transforma.

Como locomotora enfurecida avanzo en el sendero.
Sin miedo a quemarme pero encarrilada para no quemar.
El viento no apaga las ilusiones, las aumenta.    

En los hornos abrazo lo fundido.
Soy de arcilla y granito.
En medio del fuego, soy testigo de la luz.

Un día el magma se secará.
Y la vida será solo un sueño.
Es natural y mantendré la paz porque en fondo del crisol, mi alma mutará.
 

sábado, 23 de febrero de 2019

Hoy fallecí en sueños


Hoy se rompió algo.
Desperté como un día más. Me hundí como nunca.
Ya sabía que llegaría el momento de enfrentar la realidad, el minuto exacto en el que no tendría escapatoria. Lo pensé por mucho tiempo, por eso no hay sorpresas.

Hoy se destruyó un destino. No es gratis abrazar una filosofía, pero el costo es lo de menos.
Hoy perdí. Fue la derrota total de un pensamiento.
Nada es para siempre y tampoco se puede tener todo ¡las malditas particularidades de la vida que la hacen ilógica, detestable!
Somos fuego arrasador, pero nos han colocado en una dimensión en la que somos fósforos sin maleza para crear una hoguera.

Hoy fluyeron los sentimientos. Se pueden retener por un tiempo, pero como la indomable naturaleza, llega el día en que rompen las barreras en mil pedazos. Del caos al silencio.

Hoy se borró el camino.
Los ojos perdieron el filtro. Los sujetos perdieron el color.   

Pero no me malinterpreten, eso sería peligroso. Es solo un día largo y tedioso, con la particularidad que llegó a su fin aquel afán, aquella cosquilla sentimental por construir algo único. Esa edad ya pasó, como la luz de un día sin mañana.

Hoy morí, pero no en el terreno y en la carne.

Hoy fallecí en sueños.