sábado, 20 de abril de 2013

Historia endiablada. Parte I


Miércoles 26 de mayo, 1999

"¿No viste el partido? ¿No viste cómo terminó? estuvo emocionante, nadie podía creerlo ¿no lo viste?".

Las palabras de mi novia en el teléfono hicieron que me levantara del sillón principal de la sala; volví a ver el televisor, pero no fui a encenderlo inmediatamente. Seguí escuchándola. Mi asombro creció por la forma en la que se refería a ese "impresionante" triunfo en la final de una tal Champions League.

Para un amante empedernido del rock, aunque siempre con los deportes y el fútbol recorriendo las venas, la noticia al menos logró llamar mi atención. Terminamos de hablar, colgué el teléfono y me quedé pensando: "¿habrá sido tan emocionante? entonces me acerqué al televisor y lo encendí.



Observé a un equipo de rojo celebrando. De entre los ganadores destacaba el director técnico con su rostro rojo, como un tomate. Junto a sus jovencitos levantaron una copa enorme que nunca había visto en mi vida. Había visto la que alzó Maradona en 1986, la misma que ganó Francia en el Mundial de 1998. Pero la "orejona" era nueva para mí.



Pero mi asombró creció al darme cuenta que los de rojo, los que no paraban de celebrar, no fueron merecidos vencedores. Habían logrado un milagro en los últimos dos minutos del tiempo agregado. Perdían, y anotaron dos goles. De infarto.







Me impresionó la devastación emocional del equipo contrario. Con casacas grises con rojo, tirados en la grama, eran un nudo de tristeza y decepción. Habían mantenido una ventaja de un gol desde el primer tiempo y dejaron escapar varias oportunidades para sentenciar el partido en la segunda parte.




Le marqué a Elizabeth, mi novia, mientras seguía pendiente de la pantalla. Me contestó y le dije que era increíble lo que había sucedido. Me dijo lo mismo, que lo vivió con mucha emoción con sus jefes; la verdad que se había contagiado de la impresión de los señores.

Colgué otra vez y seguí viendo la pantalla. ¿Quiénes eran estos jugadores? ¿Cómo era posible que un partido terminara de esa forma? ¿Milagro?



Mientras lloraban los contrincantes, el nombre de los vencedores sonaba una y otra vez: Manchester United. El nombre se me quedó grabado, como si ya lo había conocido durante mis 19 años de vida.

Los decepcionados eran del Bayern Munich. Pero los ganadores habían llamado mi atención. Manchester United. Manchester United.



Ese día conocí un equipo de fútbol. Fue la semilla de una historia única.

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