Otra versión de la realidad
Ricardo González
viernes, 27 de junio de 2025
Apocalípticamente solo
sábado, 19 de abril de 2025
Una pausa antes de la misión
martes, 31 de diciembre de 2024
A imagen y semejanza
En una hora te imaginé, te construí con la ternura que un vientre imprime a una nueva vida.
lunes, 12 de agosto de 2024
Contraseña: caos
viernes, 9 de agosto de 2024
El ángel y el ratón
En medio del universo de la locura, un ratón asomó su cabeza y empujó su pequeño cuerpo hacia el cuarto de la muerte.
Y todo lo que habitaba el lugar era pecado, una turbia esencia de carne y sentimientos oscuros, un agujero habitado por un ángel de seis brazos.
El roedor vio a los ojos al ángel.
Y quien debió mostrar fuerza, palideció. Aquellas cuatro paredes cedieron al miedo.
El terror se apoderó de los seis brazos. La esencia angelical mutó a un malestar, las raíces de dolor quedaron expuestas, como la vergüenza de un desnudo, como el poder descomunal del pasar de los años y la vejez.
Con el paso acelerado del ratón también se aceleró una especie de empeoramiento. El ángel prendido en llamas de sufrimiento levantó un torbellino que arrasó con todas las cosas guardadas del cuarto. Con tal de terminar con esta pesadilla, los seis brazos dejaron expuesta la decadencia del aposento: una enorme masa de recuerdos mezclados con putrefacción y lágrimas.
Y quien debió temer actuó con naturaleza. Y quien debió sobreponerse, ahora estaba a la merced de un viejo recuerdo, de un mal enquistado hace siglos.
El escenario era lamentable.
Los brazos en desesperación clamaron ayuda, pero no al superior, sino a otro ser igual o más patético del que pedía auxilio. Entonces eran dos ángeles caídos, arropados por daños originales y arrugas de pecado, tratando de superar sus miedos y en busca de aquel que se atrevió a entrar al aposento maldito.
Los minutos parecieron horas en el infierno.
Y quien debió temer finalmente fue atrapado. Y quienes debieron mostrar altura, demostraron sus más bajos instintos. Tan bajos que el miedo desapareció con el crujir del cráneo del roedor.
La sangre embarró el piso.
Y quien debió temer pasó a la otra dimensión, a una mejor existencia. Se unió a la paz verdadera.
Y quien debió ser superior, cayó.
El ángel de seis brazos respiró con tranquilidad al ver la sangre del intruso. Pero, con los minutos cayó en la cama y de su interior salió su espíritu que se elevó hasta el techo del aposento.
Y desde ahí el espíritu vio lo que estaba podrido. Observó los seis brazos, la máquina de maldad y daños enquistados desde el origen. Vio con impresión la decadencia, sintió el amargo hedor del miedo.
El espíritu vio a los ojos al ángel.
Y lloró amargamente.
martes, 9 de abril de 2024
Los días de 1994. Parte final
9 de abril 1994
San Salvador, El Salvador.
Sábado. La mañana pintaba bien. Era un buen día para mis discos y yo, solos en la sala; sin embargo, todo se arruinó cuando me enteré que nadie iba a salir y, de paso, mi papá me dijo que lo acompañara a comprar unos repuestos para el carro. “¡Qué aburrimiento!”, dije en mi mente. No escondí mi clásica mueca de desagrado, pero eso no importó para mis papás así que para desgracia mía tuve que ir.
Era un bendito filtro el que debía cambiarse y aunque mi papá me explicó
paso a paso para que servía, solo seguía la plática, pero no entendía nada, para
ser sincero no quería entender, iba en el carro y mi mente estaba en otro lado.
Lo mejor que me podía pasar era encontrar ese repuesto en las primeras horas y
regresar a casa, a mi cuarto.
“No tenemos de este repuesto”, la respuesta del encargado de la primera tienda. “¡No puede ser!” pensé.
“Por el momento se han agotado”, fue la respuesta en la siguiente tienda que visitamos. La mañana de sábado estaba perdida y no había nada que pudiera hacer. Los único bueno que recibimos en esa tienda fue la recomendación de ir a un lugar en la 29 Calle Poniente, una vía en la que abundan las tiendas de repuestos y los talleres mecánicos.
En todo el camino hablé lo necesario, pero no me sentía bien. Eran los
momentos de mi vida en que apreciaba estar a solas en lugar de compartir vivencias
con personas que estaban en otro mundo, esto incluía a mi familia.
Llegamos al lugar y había que esperar si tenían el repuesto o si podían pedirlo a otro establecimiento. Nos ofrecieron tomar asiento, encima de una vitrina tenían las ediciones de La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy. Leer era uno de mis hábitos favoritos, pero no se comparaba a la música. Al menos podía matar el tiempo leyendo algo interesante, tomé La Prensa Gráfica e inicié con la sección de deportes, de la última página hasta la portada de esa sección, luego comencé con la portada oficial del periódico e iba poco a poco hasta la parte más importante para mí: los espectáculos.
Mi papá leía más rápido y comprendía la idea principal, luego pasaba lo que no le interesaba. Él llegó primero a la sección de espectáculos de El Diario de Hoy y me dijo: "¡debés ver la noticia que aparece! mirá este periódico, mirá la parte de espectáculos". Tomé el diario y comencé a buscar la sección, la que me encantaba revisar con detenimiento por si mencionaban a mi banda favorita.
Pasé la portada y el titular de la siguiente página me tomó por sorpresa: “Líder de Nirvana se suicida”. Sentí un golpe en el pecho, un estremecimiento en la piel y me quedé sin aliento. Cerré el periódico rápido. Vi a mi papá, que tenía cara de asombro. Volví a ver a la calle, por un momento pensé que me había equivocado, sentí que había una posibilidad de que todo fuera un mal entendido. Volví con rapidez a la misma página... no había duda.
“Líder de Nirvana se suicida”
Mientras leía la noticia sentía una tremenda tristeza, confusión e impotencia. Se fue la figura que con su música me daba momentos de felicidad, emoción, que me inspiraba muchísimo creativa y sentimentalmente. Leí dos veces el texto, recordé los últimos días en los que ansiaba información sobre el nuevo video de Nirvana y me llegó de golpe la peor noticia. Se fue Kurt y me di cuenta en una tienda de repuestos en la 29 Calle Poniente.
Me perdí en una ola de sentimientos, solo ponía atención cuando el tema era Nirvana y Cobain. El resto de ese sábado fue de hundimiento.
Siempre viví en una familia nuclear, la vivencia se compartía entre cinco personas y ese día todos supieron de mi boca lo que pasó, solo recuerdo muy bien la expresión de asombro de mi hermana menor al darle la noticia. El resto de la familia opinó y luego cada quien lidiaba con lo suyo.
Y era normal esa situación. Nunca tuve contacto con primos, tíos y abuelos, en mis primeros años de vida no tuve el beneficio de ese tipo de relaciones, tampoco estuve expuesto a pérdidas o triunfos de una familia extensa; de hecho, cuando era un niño la muerte de mis dos abuelos maternos no me generó mayor sentimiento porque nunca los conocí, no supe mayor cosa sobre ellos, solo me impresionó ver las lágrimas de mi mamá. Pensaba que esa pena era la peor que podía sentir.
Pero estaba equivocado. Cuando iba a cuarto grado sentí el primer golpe anímico de mi existencia: el perrito que me hizo sentir el niño más feliz del mundo murió 26 días después de conocerlo. Ya tenía varios días de dolor, de agonizar, pero un niño siempre cree que todo mejorará. Después de la escuela lo primero que hice fue preguntar por la salud de Chipri y ahí me dieron la noticia. Lloré como nunca antes lo había hecho.
A los 14 años fue el otro golpe. No lloré, pero sentí que perdí algo que en ese momento era importante.
Duele cuando se va lo que eliges querer, aunque eso no necesariamente te quiera o incluso sepa de ti. Eso que encuentras en el camino llamado vida, y hace del mismo camino un trayecto especial, es lo que a veces hace la diferencia.
lunes, 8 de abril de 2024
Los días de 1994. Parte 10
8 de abril 1994
Seattle, Estados Unidos.
El electricista Gary Smith llegó a la mansión de Kurt Cobain para instalar
un nuevo sistema de seguridad. Entró a la propiedad, pero nadie respondió en la
puerta principal, aunque adentró había un televisor encendido. Smith comenzó el
trabajo con los cables que desde el garaje llegaban a la sala del invernadero.
Cuando llegó a este lugar alcanzó a ver un cuerpo. En un primer instante
pensó que era un maniquí, sin embargo, siguió observando hasta que vio sangre
cerca del oído… era un hombre rubio en el suelo. A las 8:45 de la mañana llamó
a su jefe Bruce Williams.
“¿Cómo es Kurt Cobain?”, dijo Smith.
“No tengo ni idea”, contestó Williams. El jefe de la compañía de
seguridad le preguntó a su asistente si conocía a Cobain y fue ella quien le
dio todas las características físicas del líder de Nirvana.
Gary escuchó la información de su jefe. “Sí, es él. Creo que se pegó un
tiro” dijo el electricista.
Bruce Williams inmediatamente llamó a la radio KXRX para informar de la
noticia. Marty Riemer, el locutor de turno, estaba en un programa de la mañana
y respondió la llamada, pero no creyó la información y colgó. Williams llamó
otra vez y Marty, ante la insistencia, corroboró con la policía. Las
autoridades le confirmaron que encontraron un cadáver en la casa del vocalista
de Nirvana.
A las 9:40 de la mañana KXRX rompió programación con la noticia de la
muerte de Kurt Cobain.
Mientras tanto Dylan Carlson y Tom Grant se dirigían nuevamente a la
propiedad de Carnation y se detuvieron para llenar el tanque de gasolina. Dylan
salió para hacer una llamada telefónica y cuando regresó dijo que un amigo le
mencionó del hallazgo de un cuerpo en la mansión de Cobain.
No sabían si era Kurt, Cali o alguien más. Encendieron la radio y
descubrieron que, en efecto, era Cobain. Dylan no mostró ninguna reacción al escuchar
la información. Más tarde se anunció que el cuerpo estaba en el invernadero. Tom
volvió a ver a Dylan y preguntó: "¿Cuál es el invernadero?" y Dylan le
dijo que era una habitación encima del garaje.
"¿Por qué no miramos allí?" preguntó Tom. "Es sólo un
cuarto pequeño y sucio. Creo que guardan algo de madera allí o algo",
respondió Dylan.
Ese día el mundo se enteró de la muerte de la estrella del rock más
influyente de los últimos 20 años.
Fuentes:
BBC / VH1 Rock Docs
Kurt Cobain Murdered. Primera edición.
http://www.brendanhunt.com/uploads/6/3/4/2/6342789/kurt_cobain_-_murdered_first_edition_pdf.pdf
El
investigador Tom Grant asegura desde hace 30 años que Kurt Cobain fue asesinado.
8 de abril 1994
Santa Tecla, El Salvador.
Viernes. “Fetos e intestinos por todos lados ¿Qué es eso, Ricardo?” los interrogatorios de mi madre aumentaban cada vez que me veía con mis discos, por supuesto que el arte de la contraportada de In Utero no pasó desapercibida para ella, tampoco para muchas personas en el mundo.
“Es solo arte, mamá”, le respondí como para bajar la polémica y sus ojos de extrañeza aparecieron como siempre. Mi mamá y la música siempre dejaban anécdotas, en una ocasión puse a volumen considerable la canción número diez de In Utero, “Radio Friendly Unit Shifter”, en la cual los primeros 24 segundos solo son sonidos con distorsión. Mi mamá salió de su cuarto pensando que se había arruinado la bocina del equipo de sonido. “¿Y ese ruido?... ya jodieron el equipo de sonido”, nos dijo a mis hermanas y a mí. No aguantamos las ganas de reírnos y le dijimos que así era la canción. “Ah chis ¡qué música esa!” dijo ella entre risas y asombro.
Ese viernes todos estaban en sus cuartos y me quedé un rato solo en la sala. Puse la música a un volumen suave, era una noche tranquila y simplemente me quedé ante la ventana viendo la gente pasar. Cada canción me hacía sentir distintas sensaciones y eso disparaba pensamientos, anhelos, alegrías y también tristezas.
Desde muy pequeño estuve expuesto a muchos ritmos y letras, a muchos mensajes y expresiones musicales y artísticas, cada canción de las que escuchaban mis papás dejaba una huella en mi corazón. Lo especial a los 14 años es cuando tu música, tu estilo y tu grupo escogido generan una explosión de emociones y hacen de la vida algo muy especial. No todo era estridencia o rockear, también había momentos para solo pensar y darte cuenta que podías ver el mundo de otra forma, no solo como te lo cuentan los adultos.
Finalizó la noche de música, una velada bastante tranquila. Los viernes siempre tenían ese toque diferente y era la antesala a lo más emocionante: un fin de semana con la posibilidad de no ver a nadie en casa y quedarme solo con el equipo de sonido y mi caja de discos, a mis anchas, como me gustaba.
Continuará.