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domingo, 14 de junio de 2020

Ver, pensar y seguir

Las voces de los señores debaten sobre política, casi siempre.
La chica fitness y fuerte lucha, día y noche, con ese desafío y otros que se ha impuesto.
Dos perros dan mucho amor, pero piden el triple de lo que obsequian. Siempre.
Hay una tortuga que aparece cada cierto tiempo en el bien cuidado patio trasero.

Todos conviven en una casa ventilada, iluminada y ordenada.
Uno que otro excremento u orina canina rompen la pulcritud establecida.
Es un hogar.  

A veces hay música, otras veces silencio. 
Los temperamentos, las palabras, los sentimientos, fluyen y chocan, como asteroides en el universo, sin romper el orden general.
No hay disturbios a gran escala. Hay límites establecidos, comprendidos o no.

El visitante observa minuciosamente ese sistema. Uno muy ajeno para él. 
No proviene del silencio, ni del orden establecido.  
Sus experiencias con los caninos se tradujeron en dolor, lo que lo convirtió en un defensor de los animales, pero no para darles amor, no; parece lo mismo, pero no es igual, como decía una canción.

La mente del invitado se dispara.

"Hay órdenes que disipan inseguridades, generan balance emocional y potencian la sensibilidad; hay otros, que no. Depende de la singularidad de cada ser humano, esa diversidad natural que tenemos y que no permitirá, bajo ningún motivo, un alineamiento mental total para hacer o el bien o el mal; al final, unos hacen un poco de ambos y se cataloga como natural; incluso, por extraño que parezca, hay leyes y lineamientos sociales que se encargan de ensalzar a los buenos y castigar a los malos, pero también puede ser en sentido contrario, todo depende. Nuestro respaldo para no poder trascender, es precisamente nuestra humanidad." 

"Analizo todo entorno, del hogar, de la ciudad, de los ojos de la gente, me ahogo en la era de la información que sufre obesidad mórbida, y todo sucede en segundos, mientras realizo lo que todo ser humano hace por necesidad."

"Me embarga la sensación de que esta realidad, este mundo, sea un círculo de felicidades efímeras, filosofías contrastadas, tristezas profundas y emociones carnales que se repiten una y otra vez con el pasar de las décadas, de los siglos. Lo mismo, pero diferente. La eterna búsqueda de tanto y de nada, depende de la óptica particular. Lo mismo de lo mismo, pero en variedad de colores, sabores, olores y definiciones."

"Ya sé, no todos somos iguales, la misma frase que me repiten y que considero una barrera."

"Los minutos en la casa iluminada parecen eternos."  

Esa cáscada de ideas, mezcladas con pensamientos intrusivos de toda índole, se rompieron con las siguientes palabras de uno de los anfitriones.

"¿Quieres café?"

Y el día se repitió, como otros tantos de una larga vida.








sábado, 22 de febrero de 2020

Eterno


Sonreías. Era el preámbulo a la carcajada característica: amplia y con ojos cerrados, sincera, natural, nuestra, digo nuestra porque no te vi compartirla con nadie más.

En tiempos turbulentos, un sonido que alivia; en recuerdos febriles, añoranza de tenerla. El tiempo pasa sin lecciones de olvido. No se puede olvidar lo que marca la vida.

Conducías. Mirada al camino, mirada a mí. No había rumbo, como el que no encontré en la década perdida. La música nos acompañaba, solo para hacer el momento especial.

Mirada al camino, mirada a ti. Quería preguntar muchas cosas, mi cabeza era un saco con millones de interrogantes, pero algo me detenía. Los minutos parecían horas; entonces decidí callar y dejar pasar. Sabia decisión, inédita en mi ser.

Contabas historias. Tantas, como si el tiempo se acabara en cualquier momento. Y no podía mas que escuchar, retener las palabras claves y recordar el sonido de tu voz. No había rumbo, pero tampoco desesperación.

Lo sonrisa se mantenía, incluso en los momentos serios no dejabas de emanar esa sensación de paz, de reencuentro, como cuando alguien vuelve a su hogar.

Entonces algo pasó. Cuando sentí paz, dudé. Algo no cuadraba en mi mente. Comencé a cuestionarme "este no soy yo", "yo no era así"... el saco de interrogantes necesitaba romperse, pero tenía miedo de arruinarlo todo. Me quedé un momento con la mirada en el camino, era una carretera sin final, en un lugar desconocido. Entonces todo comenzaba a tomar forma. La leve sospecha se convirtió en una verdad contundente.

"Todo va a estar bien", dijiste con una mirada optimista. "Todo está bien, no hay nada que lamentar", volviste a sonreir. Me conoces bien.

Tenía ganas de seguir el camino. Nunca hablé, no quería arruinarlo. Te observé y luché para no parpadear. Los sonidos comenzaron a desaparecer y me quedé con la mirada fija hasta que, poco a poco, te desvaneciste.

Mis ojos necesitaban cerrarse para descansar y no pude evitarlo... llegó la oscuridad.

Cuando volvió la luz eran las 6:00 de la mañana, de un día cualquiera.



domingo, 18 de agosto de 2019

Letras desde los alaridos


"Tenemos un espacio en la zona de los juegos para niños."

Acepté la condición inmediatamente. Ya era tarde y no podía perder más tiempo, esto de escribir no es moda, ni apariencia, mucho menos aspirar a un estatus. Es simple necesidad, de esas que carcomen si no se satisfacen.

Era un bullicio total. Un desorden de sábado por la tarde. Llantos y carcajadas se mezclaban con los clásicos alaridos de la adrenalina infantil, esa emoción incomprendida. Si ya les describí los sonidos, imaginen las cosas y la gente: habían calcetines y zapatos regados por el piso, meseras esquivando los pequeños cuerpos en movimiento. Y ahí estaban las mamás, entre la charla y la vigilancia. Unas más cansadas que otras, la mayoría atentas y unas pocas sucumbían a la desesperación con rostro de "¿qué estaré pagando?"

A todas les cambiaba el semblante a cada momento: cuando hablaban entre ellas, asombro e interés; cuando debían atender a sus vástagos, de cariño, autoridad o molestia.

Eso de querer inspirarse para un profundo ensayo de cuánto me sorprenden las características sociales de mis más cercanos colaboradores, era imposible. Pero como mis días son febriles, camino y vivo ansioso por expresar, entonces abrí mi mente, me quité los audífonos y dejé que los gritos pueriles desempolvaran la inspiración. Complicada misión porque unos alaridos eran tan agudos que casi provocan que corriera del lugar. Pero aguanté.

Y llegó lo que necesitaba: un golpe de memoria de aquel chiquillo gritón y sentimental. Aquel gordito insaciable por jugar, soñador de primera, que no necesitaba de mucho para armar tremendos juegos mentales ¡Como me divertía crear historias!

"Luchadores contra soldados". "El ataque al fuerte Knox". "Los campeonatos de basquetbol musical". "Los juegos sangrientos". "La muerte súbita de los penales". "El mundo de las alcantarillas". "Las bandas de rock" y muchas otras creaciones de las que quedan poco rastro en una mente excitada e instrospectiva.

Recordé las tardes en casa. Aunque me miraban jugar solo, muy poco compartía de mis pensamientos. Todo era insumo interno para divertirme, se me ensanchaba el pecho y sentía una felicidad indescriptible cada vez que me sumergía en mis fantasías. Años de gloria sincera, sin manchas.

Antes de seguir la historia, acaba de caerse un niño y comenzó el llanto. Todo se detiene. El debate en una de las mesas de mamás entró en pausa y la susodicha madre del lastimado cruzó el salón a toda prisa para hacerla de doctor. Unos segundos bastaron para darme cuenta que era un rasguño mínino, mucha lágrima y nada de daño. "Mono chillón", recordé las palabras de mi mamá. 

Vuelvo a la computadora.

¿Jugar con los compañeros o jugar solo? Difícil decisión... pero hay una respuesta: siempre me sentí mucho más realizado cuando me dejaba llevar por mis fantasías. En cualquier momento podía divertirme. Felicidad exprés, sin intermediarios.   

Por cierto no recuerdo la frontera, el límite entre mis juegos mentales infantiles y los adultos. Claro que ahora no me verán tirado en el suelo ordenando muñecos,uno a uno con su nombre propio, para una batalla sin tregua en las profundidas de una alcantarilla imaginaria o de una fabrica abandonada que una vez soñé (la cual me sirvió de inspiración para crear tantos escenarios). 
Ahora es diferente, tengo otros pasatiempos cerebrales: "¡El matrix musical - deportista!", "500, la chamarra mágica" y "La gran verdad"  ¿de qué se tratan? aún se mantiene aquella ley de mi niñez: comparto poco. 

Para este momento los gritos en el salón aumentan... en cantidad y sonido. Las madres no paran de platicar y vigilar. Solo hay una señora que se ha quedado con la mirada perdida. ¿Estará sumergida en algún juego mental, en un escenario a donde es una heroína que salva a una raza inferior? Ojalá. 

Me pregunto si los chiquillos de hoy fantasean de tal manera que ignoren todo su alrededor. ¡Claro que sí! pero la mayor inspiración es un celular inteligente. Signo de los tiempos.

Veo mi taza vacía y algunos chicos fueron obligados a comer. Pasamos del bullicio desesperante al ruido normal, uno que otro grito rompe la paciencia, pero nada más que lamentar.

La tarde cedió a la oscuridad. El tiempo pasa muy rápido, demasiado como para no aprovecharlo. No sé si pierdo minutos valiosos en juegos mentales, probablemente sí. ¿Pero qué sería sin mis historias?

Soy muy poco sin mis procesos, debo aceptarlo. Desde el chiquillo gordo y divertido hasta el hombre introspectivo de hoy, sin juegos mentales y esas interrogantes que arropan mi interior, no sería nada.
Por eso cuando llega el momento libre de la semana, debo escribir, es una misión ineludible, valiosa y transparente. No solo es expresar a la ligera, es un mecanismo de vida para este inquieto ser.

Me levanté de mi mesa y busqué la salida. Parecía un extraño en medio de tanta mamá e hijos. Por cierto, nunca llegaron los papás. Quisiera creer que se atrasaron pero que al menos existen.

Otro signo de los tiempos.





       

  




sábado, 13 de julio de 2019

De afanes y esperanzas


Nunca fue más grande el afán. Inédito es este sueño profundo por un porvenir, aunque a ratos esa esperanza parezca un espejismo. 
Todavía estudio el rastro del pasado para entender mi presente. ¿Cómo se puede evolucionar en un ser nunca pensado, nunca esperado? Quizás sea lo más común y me lo tomo como un gran acontecimiento. Quizás sea una rareza y pertenezco a una clase humana diferente. 
A lo mejor solo soy un tipo que vive de sueños y se olvida del día terrenal.

Todo es diferente. El agua de la mañana aviva los planes, el café del desayuno los activa y mi alrededor es el verdadero combustible de la máquina de sueños; aunque debo aceptar que hay excepciones que plantan la duda, hay amores que me hacen recapacitar y le susurran al oido aventurero: "no nos pierdas".

Estos días pueden ser el pasado de un futuro excepcional o el de la historia final del que nunca pudo encontrar la esencia de la existencia. Por primera vez tengo claro a que se enfrentarían mis acciones. Atemoriza el contraste, claro que si, pero tener conciencia de las probabilidades es un respiro.

Cada paso lo imagino en otros escenarios. Cada suspiro es un impulso. Cada testimonio es un llamado de urgencia y cada idea de los detestables, una energía poderosa que afianza la búsqueda. 
O todo se mueve para preparar condiciones o seré el campeón de la ingenuidad. Al menos conocer los posibles resultados es un pequeño alivio.

Y este ejercicio de contar parte de la historia es enriquecedor: prepara el alma, le da sentido a los minutos, es una parte del testimonio de una vida rica en contrastes, abundante en análisis, vasta en imaginación, crítica por definición.

Nunca tuve más necesidad de expresarme hasta hoy, esta etapa del viaje es interesante, apasionada y divertida. Todo lo que suceda importa, todo lo que pueda pasar será escrito, esta mente se desnudará en páginas y su contenido quedará a disposición de los corazones, será luz de pláticas y debates o de  críticas mezcladas con burlas. Será un episodio inadvertido para los que solo viven y una fuente variada de sentimientos para los curiosos.

No se vale solo vivir.

Hay que buscar trascender hasta el último respiro.




   

 

sábado, 21 de enero de 2017

Tiempo

Hoy me acosté por la tarde
El techo como escenario
Los momentos pasados
Uno a uno, sin cesar

Hoy cerré los ojos
Sin soñar, sin descansar, sin paz
Sombras y recuerdos
En una danza en la oscuridad

Hoy intenté vivir
Cada momento, cada segundo
Y el tiempo como testigo
Susurrando dolor

Hoy perdí
Hoy no me levanté
Hoy dejé pasar la vida
Hoy no me importó

Podría explicar, excusarme, discutir
Y continuar una eterna disputa
Pero el tiempo como testigo
Advierte una pronta partida