Y un buen día se fue. Lo que parecía una condena eterna, desapareció sin dejar el dolor que había imaginado.
Me pasé gran parte de mi vida pronosticando, analizando escenarios adversos, preparándome para una inminente amenaza. Y un buen día todo se acabó, sin dejar rastro, el orden establecido cayó.
Solo quedan recuerdos inútiles, fantasías, un mundo indiferente y un pasado que no pesa.
Y un buen día amaneció sin una presión existencial. No hay remordimientos, ni dudas. Todo lo que era, se acabó.
No significa una tragedia, ni tampoco una pérdida. Hay personas que sus pasados son parte de su presente y un respaldo para su futuro.
Hay quienes ven al futuro. Pero cuando se pierde todo, las páginas están listas para ser manchadas nuevamente.
Y un buen día cambié de cuadernos, porque mi librería personal se incendió.
Con mi pluma y papel despierto. Sin ningún sentimiento que me delimite, soy verdaderamente libre.
Frío, balance, vacío y paciente. No hay ataduras, no hay apariencias, no hay destino. Solo hoy existe un ser que no está a la venta.
Y un buen día todo cambió, caminé sin registros ni facturas que cancelar, sin desesperación.
Y un buen día volví a nacer, sin pedir a nadie una oportunidad, sin que la vida se detenga, estoy listo para el final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario