Fue el mejor presente de navidad que me regalé. Eran los últimos días de 1995. Siempre fue importante comprarme algo, era un adolescente, no captaba la estrategia de mercado que siempre impregna esa época. Aún así, si volviera al pasado, lo repetiría.
Ahorré lo suficiente y cada cierto tiempo me daba una vuelta por el estante de CD`s, solamente para cerciorarme que seguía ahí, esperando por mi.
Ya tenía un disco de Alice in Chains, pero no podía dejar pasar el último lanzamiento: "Jar of flies". Todo de ese trabajo musical me ha impactado.
La portada, por ejemplo.
Es un arte que sigo apreciando. Se dice que el guitarrista de la banda, Jerry Cantrell, realizó un experimento escolar con un frasco de moscas. En uno estaban sobrealimentadas y hubo vida por un tiempo, pero murieron por sobrepoblación. En el otro frasco, con poco alimento, la mayoria de estos insectos vivió por más de un año.
El color, la mitad del rostro del chico, el frasco, la mesa, los dedos. Todo en su perfecto puesto.
De una mosca tengo tres impresiones:
1. Cuando mi mamá las mataba con desesperación.
2. La película "The fly" (1986). Es de mis favoritas y la transformación del personaje de Jeff Goldblum en una inmensa mosca... simplemente impactó mi mente infantil.
3. Y el concepto de Alice Chains para su disco.
Más allá de la apariencia, algo me invitaba a creer que el disco sería especial.
Cuando me lo compré, le dediqué mucho tiempo. Contiene siete temas y me imaginé que serían pesados, con ese sonido contundente, a veces áspero, tan deprimente, todo lo que caracteriza a Alice in Chains.
Mi sorpresa fue escuchar canciones acústicas, suaves, con sonido country a ratos, orquestales en otros. Lo que no faltó es ese toque melancólico de la banda.
"Rotten apple": un llamado a la inocencia perdida. Esas notas de guitarras y la voz de Staley, me impactaron de entrada.
"Nutshell": la calma, el toque acústico, la tristeza: "sin un lugar al cual llamar hogar..." casi me saca una lágrima la primera vez que escuché la canción. Las que derramé con el correr de los años cada que me abrazaba esta pieza de arte musical, esas, estuvieron justificadas.
"I stay away": armoniosa, psicodélica, desesperante y la voz de Staley, otra vez te lleva a otros niveles.
"No excuses": la más aceptable para la mayoría de oídos. La pausa necesaria para no desagradar a los que esperan una canción medianamente comercial.
"Whale & Wasp": instrumental. Una guitarra única. No es un solo estridente, es penetrante... ¡es Alice in Chains para quienes saben de lo que hablo!
"Don´t follow": la que rompe el esquema, nadie se esperaría una armónica en una banda de este calibre. Me costó digerirla, pero con el tiempo le encontré la belleza.
"Swing on this": la más deprimente, la más angustiante, muy a mi estilo. "Come home... let me be. I´m alright". El final tenía que ser así para un disco único.
Mi espectro musical cambió para siempre después de mi regalo de navidad en 1995. Lo que sucedió con el disco se merece una serie de historias aparte, las cuales, sin duda, escribiré pronto.
18 años después, mientras estaba pensando en una información sin mucho sentido, una mosca trató de aterrizar en mi cara. Lo intentó varias veces. No se lo permití. Tomó un descanso en mi cuaderno y me detuve a verla. La observé por un momento y luego de unos segundos de apreciarla, voló lejos. No pude matarla. No podía hacerlo, menos luego de recordar la historia del frasco de moscas. Ese pasado revivido permitió que ese insecto volador no muriera por mi mano. Hay cosas que simplemente te marcan, de una forma u otra.
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