7 de abril 1994
Seattle, Estados Unidos.
La búsqueda de Kurt Cobain continúa. Tom
Grant y Dylan Carlson se detuvieron frente a la casa de Lake Washington. Tom
esperó en el auto mientras Dylan caminaba solo, como habían planeado
previamente. Tom no quería que Kurt supiera que estaban allí. Dylan volvió al auto
al menos cinco minutos después diciendo que no había nadie en casa.
“¿Por qué tardo tanto tiempo si no había nadie?”, se preguntó Grant.
¿Es posible que se haya encontrado con Cali Thornhill (amigo de los Cobain y niñero
de Frances Bean)?
Por la tarde reanudaron la búsqueda. La mayor parte del día revisaron
los lugares de reunión de Kurt y hablaron con personas que podrían saber dónde
estaba.
Encontraron uno de los dos autos de Cobain frente a la casa de un
amigo con el anuncio de “oferta se vende” en una parte del carro. Dylan revisó
el auto en busca de alguna pista sobre el paradero de Kurt, pero no encontró
ninguna.
Al anochecer se dirigieron a Carnation, un pequeño pueblo a unas
30 millas al este de Seattle, donde los Cobain poseían dos cabañas vacías
situadas en varios acres de propiedad. Dylan no estaba seguro de cómo llegar
allí en la oscuridad y, con la creciente lluvia, decidieron regresar. Tom se
detuvo frente a un teléfono público y Dylan hizo una llamada.
Cuando regresó al auto, dijo: "Courtney ha tenido algunos
problemas. Ha estado arrestada y está en el hospital". Courtney quería que
regresaran a la casa de Lake Washington para buscar la escopeta en un
compartimento oculto dentro del armario. “¿Por qué no le había pedido eso a
Cali?”, pensó Grant.
A las 9:45 de la noche regresaron
a la casa de Cobain. En el interior, Tom encontró una nota de Cali Thornhill que
estaba colocada en la escalera principal. No estaba allí la noche anterior y
Tom tuvo la sensación de que dejaron la carta allí para que él la encontrara. El
texto de Cali era una crítica a la actitud de Kurt de no anunciar su presencia en
la mansión y de no ponerse en contacto con Courtney, quien tenía varios días tratando
de contactarlo.
Ese día tampoco revisaron el invernadero.
Fuente: Kurt Cobain Murdered. Primera edición.
http://www.brendanhunt.com/uploads/6/3/4/2/6342789/kurt_cobain_-_murdered_first_edition_pdf.pdf
El investigador
Tom Grant asegura desde hace 30 años que Kurt Cobain fue asesinado.
7 de abril 1994
Santa Tecla, El Salvador.
Jueves. En Antiguo Cuscatlán había una comunidad cercana a la
escuela, la mayoría de los jóvenes del lugar asistían a clases a ese centro de
estudios. Antes o después de las clases estaba la opción de acompañar a mis
compañeros a la comunidad y aunque yo era un chico más de la escuela, en un primer
momento pensé que no sería bienvenido. Tenía la percepción que era muy diferente
a todos, que mis pensamientos e ideas eran extraños, raros, no aceptables; sin
embargo, me equivoqué, la gente me veía como uno más de la escuela, uno más del
territorio.
Poco a poco me sentí cómodo y comencé a compartir lo que me
definía en ese momento: la música. De tanto hablar quizás algunos se
identificaron, ya que ahí conocí a dos jóvenes que más adelante en el año me
ayudarían con el diseño de unos instrumentos musicales a base de durapax, una
de mis tantas locuras influenciadas por el rock.
Ese jueves, luego de las clases, fui a la comunidad y pasé un
tiempo ahí, luego caminé con la chica que más se interesaba de mis cosas, de mi
vida. “Y si tus papás se dieran cuenta que andás aquí conmigo ¿no te regañarían?”
pregunté, siempre preguntaba para saber que podría hacer en caso nos encontraran
en la calle. “Mi hermana también sale a pasear y luego llegamos juntas”, respondió.
Ella tenía unos ojos que brillaban, su mezcla de timidez con motivación
y alegría eran sus características. “Vas a llegar a escuchar tu música loca” me
decía entre risas. “Claro, no me puede faltar”, respondía siempre. Y entre pláticas
de cómo eran nuestros padres, el futuro de nuestras vidas y las clásicas inseguridades
adolescentes se nos pasó el tiempo.
Poco después de las 7:00 de la noche estaba esperando uno de los
últimos buses. No me generaba preocupación llegar tarde a casa, por parte de
mis padres solo recibiría un par de preguntas y después todo seguiría su curso.
Llegué a casa y se cumplió lo de cada jueves: cené, hablé y reí lo necesario. A
las 9:00 de la noche estaba listo para “90 minutos de rock”, disfruté el especial
de esa noche como cada emisión, pero en el espacio para las noticias de la escena
rockera mundial no dijeron nada de Nirvana. “¡Qué mi#$%!” dije con molestia.
Otro jueves sin saber nada de los que acaparaban mi atención
adolescente.
Continuará.