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sábado, 30 de julio de 2022

Somos...


Dos obesos se comen a besos y la multitud vomita. "Demasiado grasoso", murmuran. 
Y cuando los anoréxicos hacen el amor hasta cansarse, nadie se excita. "Muy bajo en calorías", se escucha.
Si los cuerpos son básicos, entonces los conservadores observan en silencio para medir lo "básico". 
Solo los cuerpos perfectos, en una delirante escena, hacen explotar las emociones del público. Gemidos aquí, suspiros excitantes por allá. En el silencio, los más arriesgados se comparten con morbosidad. Somos extraños.

Dos hambrientos reciben un plato del rico generoso. ¡Qué grandeza!
Los enfermos terminales reciben flores y oraciones. Y luego de la vida, solo en noviembre.
Todo la consideración hasta el final del camino, si se tiene suerte. Mientras los años saludables vuelan, cada uno que vele por sus necesidades. Y quienes no tienen nada, que le pidan a Dios.  
Cuando el poder tiene la oportunidad de reducir necesidades, cuando tiene al alcance de su mano la oportunidad de suprimir injusticias, entonces calla y deja fluir con sangre fría. Somos raros.

Dos adictos se sientan en la mesa de la perdición, en recintos ruidosos y placenteros; mientras tengan su debilidad en el vaso, todo tiene sentido. Con veneno se pueden disimular vacíos. Y quienes se benefician de esta novela trágica, gritan: "Somos libres"; entonces, el público ovaciona. "El que quiera que se muera", exclaman algunos. Somos estrambóticos. 

"Somos más los buenos", también escupe la boca del libidinoso, de esa grotesca figura con falo sensible, mientras en su casa la esposa descansa a la fuerza. ¡Hipócrita!
Mientras la lucha de las mujeres se trata de debatir con justicia en todos los frentes, dos novias violan y asesinan al hijo de una de ellas. La guerra de los sexos no tendrá tregua hasta que uno de los dos sea eliminado. Somos egoistas. 

Dos monjas pierden su virginidad y los señalamientos se elevan hasta el cielo; mientras, el sacerdote comparte su cama con un adolescente tembloroso que se debate entre creer en Dios o dejarlo todo y huir lo más lejos posible. Al final se traga sus sentimientos y algo más. Somos cristianos.


"¡Somos más los buenos!" gritan los cortos de razón y de corazón, mientras vemos pasar la película absurda de esta vida.

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Poco tiempo ha pasado del tsunami de emociones. No hay público, no hay edecanes, no hay amores o enemigos, solo la noche y yo. Enciendo un cigarrillo como si quisiera encender una alma; fumo a bocanadas mi vida y mis ganas, con la sensación de querer vaciar para volver a llenar. Y entre cenizas y la musiquita en mi cabeza, recuerdo los rostros y las voces de los estúpidos, repitiendo con rostro de hipocrecía: "¡Somos más los buenos!"

"¡Somos más los buenos!"

Dos segundos después apago la luz. Apago todo... hasta mi respiración. 

"No... no es cierto. Pero es cómodo creerlo. Es cómodo creernos mentiras". 



 



sábado, 27 de noviembre de 2021

Funcional



Eres lo que tienes y ese es tu valor, no te pierdas en los ideales del alma y el interior.
Si caminas en la multitud, no te sientas merecedor, solo eres un esqueleto más tras el telón.
Porque los impostores de los siglos ya te marcaron, eres funcional hasta que te hunda el hartazgo.

Ni los ángeles ni el infierno perdonarán tus recelos. Desangra a la vida, o te secas por dentro.
No eres especial ni mucho menos eterno, que tu ojo no se pierda en las promesas de los textos. 
Cuando te sientas elegido, levántate y rompe ese anhelo. Eres finito, enfermo y hambriento.

En medio de las máscaras y los desvelos, eres un ladrón, un insensato, un obsoleto. 
Ni la gran ficción o la evidencia superior perdonarán tu temor. Eres funcional o impostor.
Productos del error antes que del amor, que tu mente no se nuble por las palabras del redentor.

Muchos imaginan un llamado, pero hay un silencio eterno que carcome.
Los gritos y las lágrimas prometen salvación, pero todo se apaga lento, triste, nauseabundo ante nuestra devastación.
Del mundo eres y esa es tu condena; estás sin ropa, sin poder y con cadenas.

Funcionas por los impostores y hasta la vida ofreces, pero no hay gota de misericordia que te renueve.
Se acabó la misión y, de a poco, la oscuridad te consume en un escenario sórdido y estremecedor.
Eres funcional por ahora, hasta que la locura y los años se ensañen con tu carne, sin compasión.   


miércoles, 24 de noviembre de 2021

Pequeña luz cariñosa


Cuando aparté la cortina, me tomó desprevenido una pequeña luz cariñosa.

Me enterneció cuando se presentó en mi ventana y empañó cualquier malestar interno. No era una luz que te ciega, no era intermitente... era un rayito que se asomó y se quedó conmigo para limpiarme el alma enmohecida.

"¿Qué eres, preciosa? ¿Solo a mi me enamoras o hay alguien más?" se acabaron mis interrogantes cuando supe que ninguna de las personas que pasaron frente a la ventana notaron a esta pequeña, adorable y perfecta luz.

Mi pequeña luz cariñosa me acompañó el día, compartió el café de la tarde y en la noche solo bajó su intensidad para seguir conmigo, a solas, en la intimidad.

Compararla con un simple rayo de sol, sería un insulto. Este primor del cielo solo puede ser amado, sin medias tintas, sin culpa alguna. Mi pequeña se quedó conmigo lo suficiente para lavar mi inmundo corazón, vestirlo con las mejores prendas y perfumarlo con las mejores esencias. Mi pequeña luz cariñosa no sabe de medidas, solo sabe amar.

No quería dormirme, luché contra el sueño para no perder este milagro. Pero los párpados caen cuando la edad y la madrugada entran a su etapa madura. 

Al amanecer corrí a la ventana, aparté las cortinas y se me iluminó el rostro. Mi pequeña seguía ahí, a mi disposición. Me acompañó en la jornada de ejercicios, almorzó conmigo y reímos juntos de mis compañeros estudiantes, los esqueletos que danzan en la pista digital. Mi cariñosa luz terminó el día arrompándome y contándome historias. Soy un contador de historias, pero ella las hace realidad... con eso, me mata de amor.

Un día me dijo que debía irse por un tiempo. Me contó que su misión era no abandonarme, pero era necesario dejarme continuar mi camino con la certeza de que nuestro amor era para siempre. Sentí un vacío. Ella no vaciló en curarlo, me llenó de luz como siempre y prometió visitarme cada cierto tiempo. Nos abrazamos tanto que la luz fue una sola.

Mis días fueron iguales sin mi pequeña luz cariñosa. Eran como una obra de teatro, pura y simple actuación. El sentido único de la existencia era volver a verla, un anhelo que nacía y moría en medio de las jornadas tatuadas con la pesada rutina del vivir. No se puede vivir solo por vivir, no tiene sentido sin mi pequeña luz cariñosa.

Pasaron los años. Cuando las arrugas comenzaron a marcarme, cuando todo parecía destinado a seguir encontrando sentidos a los cambios acelerados de este mundo, entonces decidí rendirme. Me fui a la cama con ganas de no volver a levantarme. Olvidé cerrar la puerta, olvidé comer, leer, pensar y respirar. Se me olvido todo a propósito. Soñé mucho, tanto que se me confundió con la vida misma, mis neuronas lucharon para tratar de diferenciar entre el mundo de los sueños y la realidad; tal fue la batalla, que mi interior quedaba en una especie de limbo existencial. Todo estaba oscuro, entonces dejé de luchar.

Solo cuando te detienes, algo pasa. La oscuridad comenzó a ceder y una sensación de calor envolvió mi rostro. Como pude abrí los ojos... ¡y ahí estaba! como la primera vez que me enamoró, con todo su esplendor y su amor. 

¡Mi pequeña luz cariñosa! 

Nos abrazamos hasta convertirnos en una sola luz. Y no hubo más que lamentar, se acabó la actuación y el peregrinaje en las tierras llegó a su final. Se acabó el viaje mundano lleno de desgracias; por fin, como lo anhelé por mucho tiempo, encontré el amor. Ahora viajamos por el universo, sin tiempo y espacio, sin inicio y sin final; ahora, sin antesalas celestiales o juicios infernales, esta alma complicada se envuelve en el amor que solo tiene mi pequeña luz cariñosa.