No hay día sin queja y noche sin lamento.
Los anheladores compulsivos, insaciables.
No hay día sin guerra y noche sin deseos.
De la ira a la inocencia y el dedo acusador, todo en uno. Estirpe demente.
No hay día sin crítica y noche que nos sorprenda sin odio.
¡Danos la crítica nuestra de cada día, amén!
No hay día sin doble moral y noche sin rezos.
Dios allá y Yo aquí. Dios en la lejanía, ayúdame. En ese orden. Buenos religiosos.
No hay día sin adular y noche sin señalamientos.
Nuestra mano siempre al gentil, nuestra lástima al necesitado. Pobrecitos.
No hay día sin necesidad y noche sin envidia.
Ansiamos mucho, queremos poco. Éxito ajeno, dolor interno.
Y en el séptimo día... se descansa.
¡Los adoradores de fines de semana!
Seamos buenos, hermanos. Iglesia más food court, igual a gozo.
Seamos acordes, gente. Celulares más netflix, igual a gozo. Ahora la casa tiene sentido.
Seamos acordes, mayoría. Día de maíz, queso, frijol, sodas y selfies. Gozo.
¡Mañana listos para repitir la historia!
Suframos... un día a la vez.