Abren sus ojos, con la pereza habitual, para luego comenzar un día más.
Besan, abrazan, desayunan, van a trabajar.
Parpadean, socializan, comparten, idean, intercambian muchas palabras, para luego crear un producto o servicio.
Dan gracias a Dios, tuitean sus vidas, comparten fotografías, hasta lo más simple se vuelve digno de mostrar.
Entonces vuelven a casa, cansados, se abrazan con sus seres queridos, ven un programa de televisión, cenan, comparten, van a dormir.
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-- "¿Pero no te parece un poco simple?" menciona uno de los creativos.
-- "Pues, es una familia común", responde el guionista.
-- "Lo sé, pero creo que pudieras ser un poco más creativo ¿no lo crees?"
-- "Lo intentaré, pero por ahora me quedo acá, mis manos están cansadas", inmediatamente el guionista se deshizo de sus instrumentos de trabajo.
Y ahí quedaron las marionetas, sobre la mesa.
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Al siguiente día el guionista repite el trabajo con una mejoría notable. Arma la historia e incluso le da un nombre a su obra: "La vida".
Cada día las marionetas se sienten tan bien manejadas, tan hábiles son las manos del maestro que creen tener una vida real: cuando van a dormir sueñan, descansan y dentro del guión está determinado que son ocho horas el lapso ideal para dormir.
También saben que el desayuno es la comida más importante del día, que el amor es un sentimiento bueno, que se tienen que pagar impuestos y que al morir te vas al infierno o al cielo.
Otros datos del guión: se vive un promedio de 80 años y hay que cuidar la salud. Incluso a las marionetas les gusta el término "libre albedrío".
Cada noche descansan, cada día comen, trabajan, aman, besan y tienen intimidad.
Se preguntan si los sueños son mensajes específicos del más allá.
Y se inventa la palabra cotidianidad.
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-- "¿Te parece la obra y los personajes que he preparado?", dijo con orgullo el guionista a su compañero.
-- "Nada mal... aunque ¿no crees que es muy compleja la vida? digo, pudiera ser más sencilla".
-- "Quizás... veré que hago", la confusión fue tal para el creador del guión que no pudo descansar.
Entonces quemó a tres de las siete marionetas de su historia "La vida".
Las marionetas que amanecieron en sus camas, creyeron que el resto murieron y se fueron al cielo o al infierno. Ya sabían que ante una pérdida, se lloraba. Y lloraron.
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Con el tiempo la obra fue un éxito y en todos los países se replicó.
"La vida", creación única del guionista, se hizo común y más compleja conforme se repetía en cada país.
Fueron sumando tramas para las marionetas: la existencia de los dinosaurios, guerras civiles, conquistas, enfermedades, universo, fútbol, arte, profesiones, cirugías y más.
Como se hizo tan famosa "La vida", la obra se repitió en cada escuela, en cada barrio, en cada rincón de las casas no faltaban las marionetas para divertirse.
Y sumaron y sumaron, y volvieron a sumar tramas, accesorios, historias, a tal punto que la obra se convirtió en lo más complejo que haya existido.
De siete marionetas en la edición original de "La vida", pasaron a ser más de siete mil millones de marionetas, a las cuales, por cierto, les dan un título: personas.
Están repartidas en seis pedazos de tierra llamados continentes, pueden tuitear y comprarse algunas cosas, otras se mueren de hambre pero casi todas se vuelven locas por el dinero, el poder y el sexo.
Todas van a dormir y despiertan, creyendo que tienen vida propia, que les pertenece lo que tienen.
Y cuando muere una, que sucede muy seguido, traen otras de pequeños tamaños y con el tiempo crecen y hacen lo mismo que las demás.
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Me voy a dormir, mientras mis ojos se cierran, entonces una mano en lo más alto se siente cansada y decide dejar los hilos... solo por un momento.
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