Ahora camino en puntillas, no quiero hacer ruido.
Duermo de día y contemplo la noche. Antes pensaba que era interesante... pensaba mal.
Creí haber llegado a una meseta existencial... creí mal.
La delgada línea del bien y el mal se me pierde en el horizonte. O quizás es mi ceguera emocional.
Aseguré, por mucho tiempo, que era divertido el placer... aseguré mal.
Esperaba que con el tiempo naciera la esperanza... esperé mal.
El cúmulo de miedos y debilidades se asoma y desnuda todo.
Añoraba el día en que la experiencia me sanara... añoré mal.
Escuché voces que aseguraron que todo es relativo, que un nuevo día es una nueva oportunidad... quizás escuché mal.
Porque se me ha perdido el tiempo. El alba no sabe igual, la tarde es tediosa y la noche es un suspenso. Los minutos en esta dimensión se apresuran.
Juré durante muchos años que encontraría el amor... juré mal.
Sospechaba que con el devenir de los tiempos, tendría la certeza de conocer mi destino... sospeché mal.
Mientras escucho consejos, bajo mi piel no hay pegamento para estamparlos en mi corazón.
Un día moriré y tengo la leve certeza que me iré sin conocer respuestas de esta vida.
Creo que puedo cambiar eso; pero, cuando veo el rastro de mis pasos y el sendero a seguir... quizás creo mal.
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