sábado, 6 de mayo de 2017

Fernanda Parte XVIII


Locura.

La herida fue profunda y la navaja quedó clavada en el cuello. Fue suficiente para detener cualquier arremetida de Saúl, suficiente para un hombre alcoholizado, drogado y con la vulnerabilidad que conlleva los excesos. La sangre no dejó de brotar y eso tuvo un efecto inmediato: la presión aumentó, la necesidad de aire acabó con las fuerzas del sujeto.

Fernanda salió del auto, cerró la puerta, la adrenalina disparada por la venganza consumada no la inmovilizó; al contrario, se quedó observando la escena: los desesperados sonidos de ahogamiento y las manos tratando de detener la muerte crearon un escenario tétrico. Los ojos de "El negro" eran desesperación y terror, nunca esperó un ataque de alguien que parecía indefensa. Sin fuerza, sin ayuda, solo en la noche y en medio de una agonía horrible terminó su vida.



La prostituta, con el corazón a punto de salirse de su pecho por la impresión, caminó rápido y se perdió en las oscuras calles. Diez minutos después se detuvo cerca de un predio baldío y se escondió porque estaba temblando. Con gran esfuerzo logró tener control para encender un cigarro y sentarse.

Era demasiado todo lo que había vivido en las últimas semanas: daño físico, mental, dejarse manipular como un pedazo de carne sin valor con tal de consumar su particular venganza. El odio, el combustible perfecto que la convirtió en una asesina, cedió ante la desesperación. No había remordimiento pero al descargar ese sentimiento quedó con un vacío tremendo. La mujer sintió como si alguien hubiera licuado su interior, ese vacío que hace retorcerte de desesperación. Algo se quebró en su interior: sintió miedo, del más auténtico.

"Van a venir, me van a encontrar y me matarán... voy a morir de la peor forma", su mente no le daba tregua. "Dios mío", salió de su boca como un susurro. "Esto se acabó, Dios mío", su voz se quebró y lloró intensamente, con la desesperación del abandono.

-----------------------------------------------------

Al día siguiente la escena del crimen era analizada por las autoridades y en las cercanías los compañeros de Saúl esperaban alguna información sobre el móvil, algún detalle para comenzar a trabajar en la venganza de su amigo.

"Lo atacaron con una navaja, no hay otros signos de violencia y no le robaron nada... es la segunda víctima en las últimas semanas que es atacada en su auto, con un cuchillo y no le han robado ni dinero ni alguna de sus pertenencias", dijo un investigador a uno de los compañeros de "El negro".

"¿La otra víctima fue Vaquero verdad?", replicó inmediatamente Adolfo, un hombre de mediana estutura, fornido de piel blanca, bien parecido y uno de los nuevos integrantes del grupo de Saúl.
"¿Cómo lo supo?", interrogó el policía. "Todos conocían a ese criminal, la noticia impresionó a todos, ese hombre dominaba todo el centro de la capital. En el periódico destacaron que no había sido robo", explicó Adolfo, quien omitió, por obvias razones, que él, Sául y el resto de tipos en la escena eran parte de una de las tantas celulas colaboradoras del grupo de Vaquero.

"Lo que se sabe es que entre la evidencia habían cabellos de mujer y fluidos en el auto. En las últimas noticias aparece ese detalle. ¿Una mujer lo habría asesinado? aún investigan eso", dijo el policía. "Dime ¿tu amigo estuvo acompañado ayer por la noche?"

Adolfo no dudó. "La pequeña prostituta que estaba maltratando en el bar...", pensó.
"No lo sé, al menos sé que salió a beber como siempre", dijo el hombre y se alejó del policía para preguntar al resto de compañeros que estaban en la escena.

"Por cómo lo atacaron ¿no sospechan de alguna prostituta? El negro tenía esa obsesión con las mujeres y nunca salía sin una de ellas. Ayer recuerdo que maltrató a una, como siempre. Pero este policía dice que al Vaquero lo habría matado una mujer, investigan eso. Ambos con debilidad por las prostitutas, atacados en lugares apartados, oscuros, dentro del auto y todos sabemos que ese tipo de estaciones son o para drogarse o para cogerse a una mujer, o ambas. Este podría ser otro método de los enemigos para infiltrarse y matar a los nuestros. Ya van dos... ¿no les parece extraño?", señaló Adolfo.

Todos guardaron silencio. Todos pensaron también en el atentado en donde casi matan a Bruno, el número dos de la banda hasta hace unas semanas. Para ellos no había duda: sus enemigos estaban infiltrándose y atacando por la vía menos esperada. No había necesidad de discutir tanto ante las sospechas de Adolfo, era una hipótesis fuerte. Había que actuar y el primer paso era terminar con los detalles de la muerte de Saúl y no dejar sospechas ante los uniformados que estaban en la escena.

-------------------------------------------------------------------

Una hora después...

 "Lo sabía. Están sobre nosotros y ocupan prostitutas. ¡Malditos!", gritó Bruno en su nueva casa de seguridad. Estaba reunidos con sus hombres y tres integrantes de la banda de Saúl, entre ellos Adolfo.

"Correrá la sangre", sentenció el jefe criminal.

--------------------------------------------------------------------

"Mis caminos no terminan. Mi misión es eterna. Mi presencia le da sentido a todos"

La Muerte




-----------------------------------------------------------------------      


En el cuarto con poca luz el sonido del encendedor rompió el silencio y el humo del cigarrillo le dio un toque lúgubre a la escena. Esta vez Fernanda no durmió, presentía algo, sentía como el vacío y el miedo la carcomían. Sentía la sombra de la muerte. Tenía que actuar.



Continuará...



No hay comentarios.:

Publicar un comentario