lunes, 8 de septiembre de 2014

Los viajes: "El sótano musical"

San José, Costa Rica
1 de septiembre, 2014

La noche invitaba a descubrir aunque los pasos no se apresuraban. No importaba la oscuridad en las calles desconocidas porque la brisa provocaba tranquilidad.

Llegamos al lugar. Amón Solar, en la esquina de la Calle 3, es un espacio artístico pero en esa ocasión la esencia no se encontraba en sus paredes, sus cuadros o sus esquinas. La esencia de la magia la encontré en las entrañas de cemento.

Unas escaleras angostas nos llevaron a un oscuro y pequeño cuarto. Al ingresar era como un viaje al pasado. Un minibar rústico y un tipo que manejaba el sonido del lugar: un tocadisco. En las paredes habían decenas de discos de vinilo.

Ese lunes era de jazz y blues que junto a las luces perfectamente acomodadas en la oscuridad del recinto, creaban un ambiente exquisito, bohemio, perfecto.

Un pequeño escenario, con guitarras colgadas de la pared, desató ese sentimiento placentero que infla mi corazón antes de un concierto.

        

Ese espacio mágico, suficiente para una banda, tenía tres filas de asientos. Ahí, en medio de la luz tenue, entre pláticas, cuadros y mensajes artísticos, esperamos.


Los primeros acordes no eran familiares para mi archivo musical, pero desataban emociones, muchas en realidad.
Era un tributo a Howlin´Wolf, un músico afroamericano, un estandarte del blues.




Mi cerebro y corazón acostumbrados al rock, comenzaron a ceder con los acordes suaves, rítmicos, apasionantes. Una tras otra canción sepultaron, al menos por una noche, la estridencia y el poder virulento de mis géneros favoritos. Esta vez el blues, por primera vez, hizo florecer sentimientos y emociones en lo más profundo. El pequeño cuarto con poca luz retocaba el momento.


Parecía que los músicos habían tocado juntos toda una vida, pero solo era un jamming, un momento para compartir en el escenario que se volvió una clase magistral. En mis ojos y alma lo sentí como un sueño.

Aplacé los tiempos hasta donde me lo permitía el destino y la misión en Costa Rica. Esperé que el reloj me engañara... hasta que la medianoche me indicó el final.

Salí por la puerta trasera mientras la banda seguía conectada a la belleza del blues.


Tomé la última foto para inmortalizar el momento en que dejé El Sotano, un lugar encantado en medio de una de las tantas calles angostas de San José.

Un escenario perfecto para una alma musical.    

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