domingo, 17 de noviembre de 2013

Fernanda Parte VI

El último bocado de huevo con pan lo asimiló con café endulzado. Fernanda se sentía saciada en todos los aspectos, por eso decidió dormir hasta las 2:00 de la tarde. Se cepilló los dientes, se bañó para quitarse el aroma de César, cambió las sábanas de la cama y se puso un camisón pequeño para sentirse más cómoda. Tomó la almohada y se durmió rápidamente.

Soñó que estaba en un cuarto oscuro y escuchaba gritos lejanos. Buscaba el interruptor de la luz, pero no lo encontraba. Los gritos eran desesperantes, era una mujer que al parecer estaba siendo golpeada.
Fernanda estaba desnuda y tampoco encontraba su ropa. "Auxilio", gritó desesperadamente cuando se dio cuenta que no podía salir del cuarto oscuro.

"¡Fernanda, ayudame, Fernanda!", suplicó la mujer. Era Angie porque su voz es irreconocible. Fernanda trató de salir golpeando la puerta, pero era inútil.
Se puso a llorar y a gritar. "¡Angie!"

Despertó y otra vez se levantó de golpe. Ya se estaba acostumbrando a las pesadillas, su vida misma era una.
Recordó que tenía las llamadas perdidas de Angie y se apresuró a corresponder. Fernanda aún no superaba el daño causado por la violencia sufrida en las últimas semanas y no quería saber nada de la poca gente a su alrededor, pero tenía una corazonada.

Marcó y esperó pacientemente. "Aló", dijo una mujer. Fernanda sabía que no era Angie. "¿Está Angie?".
La persona dudo en contestar. "¿Quién es, qué quiere?", dijo. "Soy Fernanda, amiga de Angie y tengo varias llamadas perdidas, quiero saber si está bien", dijo la joven.
Luego de varios segundos, la respuesta dejó helada a Fernanda. "Angie está grave, recibió una golpiza y su cuerpo fue encontrado cerca del parque central".

Como si recibiera una descarga eléctrica, Fernanda se levantó de la cama.
"¿En cuál hospital están?", dijo con voz desesperada. "Estamos en el Santa María", escuchó en el celular.

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"La situación es crítica, si bien es cierto está fuera de peligro, hay que esperar a ver cuáles serán las consecuencias. Lamento decirle que Angie tenía dos semanas de embarazo y los golpes provocaron el aborto", el doctor lo dijo con esa mezcla profesional y sentimental, él vio desde un inicio a Angie y quedó impactado al conocer el caso.

De los ojos de Fernanda saltaron varias lágrimas. El dolor era descomunal, la impotencia la oprimía y su mente no dejaba de hacer recreaciones de cómo sucedió el ataque. Angie hablaba mucho de la posibilidad de ser madre, pese a que se dedicaba a la prostitución, siempre imaginaba el momento de conocer a alguien y poder encaminar una vida de pareja, con hijos.

 "Cuando salió por la noche, parecía todo normal, aunque toda la tarde estuvo discutiendo por teléfono con alguien. Yo creo que ella estaba saliendo con un hombre, pero no me dijo quién era", dijo entre lágrimas Carmen, la tía de Angie.

"¿Pero quién pudo hacerle esto? ¿Por qué?", se preguntó Fernanda.

Luego de una hora de espera, el doctor llevó a las mujeres a la habitación donde estaba Angie. La escena era dura. Angie tenía una venda en su cabeza, sus ojos estaban morados, sus labios destrozados.

En sus brazos varios moretones eran visibles. Fernanda se estremeció de la impresión y Carmen se puso a llorar desesperadamente. Angie estaba sedada.

"Lo más probable es que no pueda volver embarazarse, los golpes dañaron el útero y estamos analizando extirparlo, sé que es una situación lamentable pero es necesario. Angie necesitará mucha ayuda para superar esto y en eso hay que pensar", dijo el doctor. Las mujeres no pudieron evitar el llanto.

Pero Fernanda no podía seguir llorando sin sentir ese odio intenso. El daño estaba hecho y no había nada que pudiera hacer.

Una hora después,, Fernanda estaba en su casa preparándose para salir. Era momento de averiguar que pasó con Angie. Encendió un cigarrillo y salió a prisa, ni siquiera se percató que la anciana dueña de la casa la vio pasar.

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"¿Quién putas le hizo eso a Angie?", dijo Fernanda con fuerza, pero José, el dueño del bar más reconocido del centro de la ciudad en lo que respecta a prostitución, no se impresionó, destapó dos cervezas y le ofreció una a la mujer. "¿Fueron los idiotas rockeros o los delincuentes que vienen acá?", dijo la chica, pero José no apartó la mirada de la cerveza.

"Te voy a decir algo, pero más vale que te lo guardés bien. Angie se metió con un cabrón peligroso y pensó que era de fiar", sentenció José luego de dar un sorbo a la cerveza.
"Tenía varios días de salir con él, eso incluso me sorprendió porque sus clientes habituales se fueron con otras chicas", agregó mientras miraba a todos lados.    

"¿Y quién es ese cabrón, decime José?", Fernanda parecía endemoniada.

"¡Mirá calmate vos, de nada sirve que te pongas así! No quiero problemas y quiero evitártelos. Le dicen vaquero y es alguien a quien nadie puede tocar porque está metido en todo lo que respecta a crimen. Cuidado y andás hablando por ahí", dijo José con mirada de pocos amigos.

Fernanda se terminó la cerveza y se fue del bar. Llegó a la esquina de siempre, a donde sus clientes la buscan. Tenía miedo, ahora no podía confiar en nadie ni siquiera en la policía. "¡Debo salirme de este infierno ya! No soporto esto, ya no lo soporto", pensó la joven.

Se quedó sola, su única compañía era su cajetilla de cigarros. Su mirada estaba perdida en el asfalto, el frío, la oscuridad, la impotencia y el miedo se unieron. Su alma estaba vacía. Cerca de la medianoche se levantó y comenzó a caminar hacia su casa, cuando vio un auto acercarse. Se impresionó cuando supo que era de César. "Me dijiste que te buscara en el mismo lugar... y aquí estoy", dijo el joven. "Súbete, vamos a dar una vuelta".

Fernanda se subió y no dijo mayor cosa, su mente estaba en pausa, sus sentimientos perdidos. "¿Irse a la cama o no?", pensó. "Qué más da si estoy muerta por dentro. Pero esto pronto terminará".

El auto se perdió en la ciudad en busca de un motel. Un joven con ganas de sexo y una joven planificando como hacer pagar al victimario de Angie.

Continuará...    
   

   


sábado, 2 de noviembre de 2013

Un día muerto para una familia difunta

Desde el inicio los pasos fueron equivocados.
Todo era el producto de mentes huérfanas, influenciadas por un sentimiento de rebeldía que tampoco caló hondo en sus resquebrajados espíritus.

Los aires de cambio parieron una filosofía de vida. En el destierro obligaron a crear un nuevo hombre.
Experimentaron con sus hijos un modelo irreverente, un significado de vida que nunca dio muestras de ser efectivo para el espíritu.

A fuerza de lectura, raciocinio, historia parcializada, discusión y análisis sesudo, intentaron crear una mente diferente en niños comunes, soñadores, necesitados.

Y los pequeños crecieron. En medio de dos culturas, atacados por todos los frentes: culturales, familiares, ideológicos y demoníacos.

Una familia sin familia. Un grupo ensimismado en su sabiduría dio un portazo a la tradición,dio la espalda a un Dios.

El tiempo pasó y comenzó a acumular cuentas. Los dos líderes cambiaban de posiciones ante la vida, con tal de mantenerse en su razón. Uno se aferró a su filosofía y el otro cambiaba constantemente. Uno se hizo a un lado y dio un trono, mientras el otro aprendió a ser sagaz con tal de esconder su debilidad.

Y los ojos pueriles se agudizaron. Y los niños crecieron. Dentro de ellos ya estaban bien delimitadas las fronteras, las divisiones. Sin arraigo familiar, sin suelo en donde sentirse parte, sin una ruta, así se acomodaron para el destino.

Los azares de la vida, las experiencias que hacen a una familia fortalecerse para sobrevivir, comenzaron a destruir al grupo errante, al experimento de las mentes huérfanas.

Lo que debía unir, separó; lo que se esperó para mejorar el espíritu, dejó vacíos los corazones. Lo que se suponía debía ser una familia, se convirtió en un pupilaje de almas.

Entonces vino la revancha de la vida. Los golpes rompieron los lazos y dejaron un amplio espacio vacío.

Los líderes se escondieron ante la tempestad, buscaron darle sentido al fracaso, se excusaron como niños, aquellos analíticos buscaron asilo, levantaron banderas de cobardía.

Como si el destino necesitase de un tiro de gracia para finalizar una historia demente, la muerte acabó con la dama de luz, se la llevó poco a poco frente a los ojos de todos. La oscuridad se expandió y el grupo se desintegró.

Los desterrados del mundo no supieron tomar el rumbo adecuado, siguieron voluntades erradas, se acomodaron a los últimos deseos de la dama de luz, quemaron sus restos sin darse cuenta que hicieron cenizas una oportunidad de unirse. En un día de difuntos, lo que se supone une, aisla a los paralíticos del alma.

Los restos humanos siguen por ahí, rehuyendo, buscando felicidades en otras tierras, como desde un inicio, pero ahora todo está claro: lo que comenzó mal, nunca mejorará.

Cuando se logra abrir lo ojos, ver hacia atrás y entender, ciertamente hay un aire de paz. Una convicción de que los ilusos, los cobardes, tienen todo el mundo a sus anchas y las oportunidades a placer, pero nunca más tendrán la atención de los renovados, nunca más tendrán cabida en los nuevos corazones.