viernes, 21 de febrero de 2014

El silencio de los culpables

Ahora las palabras se sueltan con austeridad.
Las sonrisas en exceso.
Y las miradas que se cruzan, tienen un objetivo: fortalecer el entendimiento.

Atrás quedó el tiempo de la respuesta apresurada, la desesperación por lo ideal y la necesidad de expresar.
Aquel momento de querer cambiar el mundo, de lucha de ideales, ha dejado de ser atractivo.
Simplemente perdió la pasión.

Quizás por los golpes recibidos o la necesidad de acoplarse. Lo cierto es que los estancados encontrarán razones para justificar esa muerte en vida.

Los años matan, en todo sentido. El tiempo te convierte en cómplice de la decadencia. Te acomoda en el círculo de los experimentados, los que creen tener las respuestas a base de golpes de vida.

Entre los adultos, el que disputa, pierde; el que se desespera por la verdad, es marginado; pero el hipócrita, el adulador, el de buenos modales, tiene su lugar entre la élite.

Sin embargo hay excepciones. Híbridos. Golpeados por la vida, pero vivos en el interior. Marginados regenerados, acoplados sin ser estáticos. Aquellos que no pierden la llama ideal.

Son los despiertos entre la manada. Los que aguardan el momento.

Son cómplices de la decadencia, por supuesto, pero están a la espera de dar el golpe adecuado.

Son culpables, como muchos.

Pero tienen una ventaja por sobre los demás: el silencio.

Y el tiempo los premiará.